Desperté ansioso por descubrir y vivir...
Me percato que el sol no llega a la ventana
Miro afuera y entiendo que aun es de madrugada
Pues oigo al gallo kikiriquiado al levantar sus alas
Libre es la memoria como el viento
Un pájaro voráz que sobrevuela la montaña
Serpiente emplumada fervorosa y sosegada
Calentando su nido donde descansa su polluelo
Mientras bajaba al pueblo esta mañana,
Percibí el aroma silvestre de las rosas
Los pétalos figuraban en la escena con gracia
Igual que los recuerdos dulces de mi infancia
Aquel paisaje inocente me cazó con los recuerdos,
Cuando corría tras mi aro y las bolitas de cristal,
Cuando sin saberlo, era yo tan sólo un pasajero,
Uno más al que el tiempo iría entretejiendo
Abajo, en el pueblo, volví a ser el hombre de siempre
Aquel que la gente conocía por nombre propio y apellido
En 20 años el mundo había cambiado su apariencia,
La era digital y el plástico inundaban la memoria de los años
La modernidad pretendía aniquilar lo legendario
Globalizando los pueblos en su sueño falso
Pensé que el computador y la velocidad del batio
Nos tenían encerrados, pues el hombre caminaba desde sentado
Me consumí en el dolor humano más profundo
Todos eramos todo... todos eramos nada
Principio y fin del camino hacia la desolación
Un grito desesperado en medio del paraiso desértico
El paso de los siglos nos envuelve en su juego macabro
Con o sin memorias, transmutabamos en el espacio,
Aunque almacenemos la historia en libros y yottabatios
Seguiré confiado que escribir este diario no fue en vano
Oscar Darío Velásquez Lugo
07-01-2017
Amsterdam
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